Hace poco tiré
mi computadora por un descuido que tuve, por querer cargar todo al mismo tiempo
excusándome al momento con un “no pasa nada” muy profundo, casi irreconocible.
Me perdono a
mí misma por haberme permitido y aceptado a mí misma creer que soy invencible o
intocable en situaciones que a los demás les han afectado pero que las
probabilidades, según mi mente, son mínimas en contra de mí en esos casos como
si yo fuera inmune.
Cuando me
vea a mí misma realizar cualquier cosa que corra un riesgo, no medir las
consecuencias y escudarme en una creencia o sentimiento de inmunidad diciéndome
de manera secreta (o abierta) “no pasa nada”, me detengo y me estabilizo en lo
físico con el respiro.
Me doy
cuenta que un accidente que ponga en peligro más grave a mí o a los demás puede
tener la misma raíz del sentimiento a lo inmune por la creencia de que el
momento es breve y no necesita cuidados; de que la forma de vida, instantes o
situaciones de los que han pasado accidentes (superficiales o no) me son
completamente ajenos (no considerando que la realidad es igual para todos)
diciéndome a mí misma “no me pasa nada” al momento de actuar.
Me comprometo conmigo
misma a detenerme al instante de decirme a mí misma “no pasa nada” como excusa
antes de tomar un riesgo sin medir la consecuencia y por el contrario, evaluar
lo que pueda pasar, entender que estoy dentro de las probabilidades de que
suceda pues no soy inmune a los problemas o accidentes y dirigirme a hacer lo
que sea mejor en la realidad física.
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