Varias veces
se me han acercado hombres que no conozco a hablarme en la calle y
no sé cómo reaccionar. La mayoría me cae mal por la idea que yo concibo y que
es comúnmente sabido de que se acercan, por lo regular, por el mero interés
físico que determinada persona les puede causar. Cuando sucede esto, me enojo
porque creo que sienten como si una
pareja fuera una posesión que se tuviera que ganar (y todo lo que conlleva la
cultura machista). Por lo tanto, si se acercan a mí, me parece como una
competencia consigo mismos o con los demás donde ellos quieren conquistar…
ganar y como el que ganen o pierdan, en esos casos, depende de mí y como estoy
enojada, es un goce secreto negarme o rechazarlos para yo sentir que están
derrotados; lo cual me hace caer en una emoción contraria de defensa pero que
también es de iniquidad, que igual coopera con este sistema y que entonces debo
parar.
Cuando
sé/presiento/creo que a alguien le gusto y es hombre, es como una delicia
secreta porque muy dentro de mí quiero gustarles para poder tener esa emoción
de vengarme de ellos como género, como cultura machista al alejarlos de mí para
que, según yo, vean que no me interesan y que de alguna manera vean mi odio
hacia las injusticias de género y vean el poder que tenemos las mujeres jaja. O
sea, que tratando de hacer justicia, hago en realidad injustica.
Digo que no
sé cómo reaccionar cuando me hablan sin conocerlos, porque en general, tiendo a
no ser grosera con la gente externa a mí; me gusta la amabilidad porque es lo
que me han enseñado que es lo correcto como SENTIMIENTO de justicia, es decir,
por pregromación. Y además, ahora sé que en realidad simplemente es inaceptable
el tratar a alguien de una forma especial o de la manera que no me gustaría ser
tratada; entonces, mi sentimiento de venganza y mi sentimiento de justicia chocan
y me mantengo en una posición intermedia de actitud odiosa y amable. Si
considero que se me pasa de dosis alguna de las dos, me siento, o culpable por
portarme grosera, o culpable por “someterme” a la “voluntad” de un hombre. A
veces, imagino a las demás chicas o a mi mamá o a mi tía en mi situación
cortándolos de tajo y es cuando me digo a mí misma “han de estar acostumbrados,
no me debería sentir mal por hacerlo igual, debería rechazarlos instantáneamente
como las demás. No debo seguir su juego si es algo que me incomoda”.
Entonces
pasa otra cosa, me enojo más con ellos por seguirme hablando cuando además (según
lo que creo) saben que me molestan porque es algo notorio y pienso “¿por qué
diablos sigue preguntándome cosas si ve que miro a todos lados tratando de
poner atención en todo menos en él?” ¡Me molesta demasiado! Pero cuando llegan
a preguntarme “¿No te molesta?” no contesto con honestidad. No sé si responder
la verdad, que para mí, es bastante notoria, o comportarme “educada” entonces
mi típica respuesta se convierte en un “No” bastante dudoso en incómodo.
Pero ahí no
para mi odio y enojo, sigue incrementando cuando me pregunto si yo me atrevería
a acercarme a alguien que no conozca para hablarle porque me gusta; mi
respuesta es un rotundo y honesto “no” “¿por qué entonces los demás se empeñan
si yo no lo haría?” pienso y me enfado. Yo no me acerco a las personas que me
han gustado en la calle porque sé lo
fastidioso que puede ser para la demás gente. Si hipotéticamente, recreo lo que
pasaría si me atrevo a hablarle, sé que si veo el más mínimo desinterés e
incomodidad me alejaría sostenida bajo el principio de “querer para los demás
lo que quieres para ti”. Si no hay interés no tengo porqué acercarme y
siguiendo con lo hipotético, si de casualidad le hablara a alguien más que no
conozco, tendría que ser honesta con la otra persona sobre mis intenciones y
que ella decida para no molestarla… y es lo que me gustaría que haga la demás
gente conmigo.
Hoy, dos
personas con las que coincidí en dos lugares públicos diferentes me dijeron
“nada más porque eres bonita”… me siento triste e impotente al saber que la
mayoría de gente nos fijemos en una apariencia física de estándares sociales y
creemos excepciones por ello rigiendo nuestras actitudes en desigualdad.
La emoción
de enojo asciende en cada punto que pienso. Me irrita saber que en un contexto
general, los hombres sólo quieran satisfacer sus deseos sexuales y me molesta
también que las mujeres tengamos presión sexual como consecuencia de esto en
prácticamente TODO. Me enoja que los hombres por atender su estímulo
imaginario/real sexual se permitan y cometan injusticias contra mujeres y que
también nosotras permitimos. Todos, o la mayoría, lo hacemos por las
circunstancias culturales, sociales, económicas y políticas de la realidad
actual que a veces me parecen sofocantes, bastante crueles, incambiables y
odiosas.
En
el siguiente post continuaré con el perdón a mí misma y su corrección
correspondiente.
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