Desde hace
mucho tiempo he notado que el hablar con palabras más sofisticadas,
fluido, con dicción precisa, con madurez
y con seguridad en la información atrae a la gente y hace que te vean como
“inteligente”. Recuerdo mucho que en la
universidad cuando exponía yo jamás usaba este tipo de tácticas porque no me
importaba que mis compañeros y profesores reconocieran que hablara “bien ante
un público” pues la personalidad de ser “inteligente” la tenía ganada por
calificaciones, debates, etc. Me esmeraba para “perfeccionarme” como estudiante
y como persona en la época donde yo creía que los demás tenían que cambiar
porque yo estaba “bien”. Sin, embargo aprendí mucho y las bases de las
herramientas que me sirven hasta ahora vienen también de mi esfuerzo de esa temporada.
Recuerdo las palabras de una compañera: “yo pensé que tú expondrías mejor por
lo que lees, pero no expones tan bien” o algo así me quiso decir. Siempre supe
que mi prioridad no era “hablar bien” sino dar un mensaje. Me parecía vanal y
pretencioso verme “madura” como los adultos que conocía que hablaban “bien” y
yo repudiaba como personas, entonces no quería esforzarme para aprender hablar
así ni se me hacía necesario. Ahora recuerdo verme y escuchar mi voz en alguna
grabación y sé porque la gente puede pensar lo mismo que mi compañera… mi voz
se escucha más de niña, lo cual no da la sensación de madurez y seguridad en
mis palabras. Al momento que hablaba frente a la cámara, en esa filmación, no
me estaba concentrando en la sustancia más que en el diálogo medio aprendido
por lo que me equivocaba en lo que decía y me di cuenta que cuando simplemente
platicaba de mi experiencia, las palabras fluían. Cuando me vi, no me parecía
nada “mal” el mensaje pero para mí no era tan creíble (basada en experiencias
propias y que he presenciado en otros) por no haber usado esas palabras
sofisticadas, por no haber proyectado esa madurez y tono de voz de adulta que
da seguridad a las personas para “convencerlas”. En un sentido general, esto no
me ‘preocupa’ (como pasaba antes) por saber lo superficial que puede ser, pero
como me dedico a comunicar, no es la realidad la que se debe adaptar a mí, sino
yo debo utilizar las herramientas de la realidad (sin dañar a terceros) para
crear una mejor a partir de mi cambio que es el que me corresponde. Si la gente
actualmente da más peso a la seguridad y madurez que se agregan a las palabras,
puedo aprender a hacerlo porque no es algo que afecte a terceros y además puede
que llegue a captar la atención de adultos para compartir el mensaje de
igualdad que necesito dar y que sea “creíble” para ellos y después se puedan
dar cuenta que la creencia o los sentimientos de seguridad sobran cuando cada
uno se hace responsable de sí mismo y aleja los miedos. El haber leído un blog
de un compañero que hace arte y que la realidad lo ha puesto en una situación
de tener que dejar su personalidad atrás porque sabe que sólo es una máscara,
para poder vivir de su profesión y vivir dentro del sistema pero no como el
sistema, me ha apoyado a tomar esta decisión que es una forma más de expresión
donde yo sigo siendo vida sin personalidades, sin definiciones, sin miedo y
caminando hacia lo que sea mejor para todos.
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