jueves, 15 de mayo de 2014

SACRIFICIO, SUFRIMIENTO, ESTAR EN APURO Y NO SER EFICIENTE “¿QUÉ SIGUE?” - DÍA 19





Durante prácticamente todo lo que hago experimento una sensación de apuro y de estar pensando en lo que haré después. No me permito disfrutar el presente. Al hacer arte, por ejemplo, muchas veces quiero ver el resultado final y no puedo disfrutar enteramente el proceso por sentir que debo apurarme para lo que sigue. Al comer pienso en el próximo plato más que en lo que estoy masticando en el momento (lo que me hacía comer de más). Al bañarme pienso en el proceso de vestirme. Al estar a punto de dormir pienso en cómo será el día siguiente. Ayer leía un libro que realmente disfruto y del que estoy aprendiendo y me di cuenta aún más de esto porque cuando vi las hojas que me faltaban, sentí algo de apuro pero a la vez lo disfrutaba tanto que impedí darle importancia “al qué sigue” o a la “urgencia” y me concentré en seguir disfrutando.

Me perdono a mí misma por haberme permitido y aceptado a mí misma pensar siempre a futuro, pensar en el siguiente paso sin estar en lo físico concentrándome y construyendo un presente en tiempo real.

Cuando me vea a mí misma no disfrutar a tiempo real lo que hago y vivir en la imaginación de lo que sigue a futuro, me detengo y me estabilizo en lo físico con el respiro.

Me doy cuenta que planear es un método efectivo si se hace lo más eficiente posible, es decir, sin demorar en la imaginación o en el estrés sino proponerse a uno mismo algo de acuerdo a la realidad y llevarlo a cabo en lo físico para que en verdad cumpla su ciclo. No debe haber mente sino practicidad, de lo contrario no estaría haciendo lo que es mejor para todos puesto que el mundo requiere actos y no ideas.

Aquí me doy cuenta en la necedad que tengo de creer que al demorar en todo, al planear, al vivir en la mente, en la imaginación y al no ser práctica al momento de volverlo físico por hacer más tardada la actividad; de esta manera creo que lo hago más efectivo o que merezco un resultado por “sufrir” o por “hacer un sacrificio” lo cual no es verdad. Me doy cuenta que no necesito demorarme ni en la planeación ni en su desarrollo para “merecer un resultado” o para que todo salga “bien” y que en vez de esto debo parar a la mente y trabajar en lo físico para hacer efectiva la situación real en todos sus aspectos incluyendo el tiempo, que sería mejor utilizado al no alargar los resultados, al no imaginar a futuro ni caer en impracticidad en tiempo físico real.

Me perdono a mí misma por haberme permitido y aceptado a mí misma creer (mente) que debo tardarme en planear y ejecutar, creer que debo sufrir y sacrificar para obtener el resultado que quiero, para que sea adecuado y salga “bien, para “merecerlo”.

Me doy cuenta que la cultura en la que nací nos ha inculcado, nos ha programado para pensar que si sufrimos somos “buenos” y que por lo tanto merecemos que algún día todo cambie para beneficio propio. Me doy cuenta que yo he aceptado y permitido ese sistema dentro de mí y que requiero desprogramarme para contribuir a hacer un mundo mejor.

Me doy cuenta que al vivir en igualdad nadie merece ni desmerece pues no hay nada que ganar, no hay nada que llenar, no hay una competencia sino se trata simplemente de vivir, de existir al mismo ritmo que el respiro, al mismo ritmo que lo demás que al mismo tiempo es uno mismo.

Me perdono a mí misma por haberme permitido y aceptado a mí misma haber vivido en y como el sistema.

Cuando me vea a mí misma tardar en hacer algo por creer que debo sufrir o sacrificar, me detengo y me estabilizo en lo físico con el respiro y recuerdo que esto de ninguna manera significa siquiera asegurar el resultado que quiero o que al hacerlo más ágil no se pueda hacer de la mejor manera. Todo depende de la situación, del cómo se lleva a cabo por parte de uno mismo, de dar lo mejor, de perfeccionar lo que se aprende y del tiempo razonable para que esto dé el resultado deseado.

Me comprometo conmigo misma a dejar de vivir dentro de y como el sistema. Me comprometo a desprogramarme de la mente del sufrimiento, del dolor, del “merecer”, del sacrificio y a ocuparme de lo físico, de lo práctico, de lo real, de lo que es mejor para todos, de lo que tenga que ocupar el tiempo necesario para que sea efectivo sin demoras en pensamientos ni dilación vana en las actividades presentes.

Me comprometo conmigo misma a dejar los pensamientos que afectan el disfrutarme durante cierta actividad, a planear efectivamente sin dilación por programación de la mente y a ejecutar (dirigirme) viviendo el momento y haciéndolo productivo, es decir, contribuyendo a lo que sea mejor para todos.



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