Cuando sé un
conocimiento que considero importante porque resuelve algo y me costó trabajo
saber/entender/aprender o que considero que puede ser una herramienta servible
para los demás porque lo es para mí, soy celosa de ese conocimiento y no quiero
compartirlo. No lo comparto por el hecho de la dificultad que me costó
adquirirlo y mi deseo de que los demás tengan que pasar por lo que yo pasé, es
decir, que se les dificulte saberlo y tampoco deseo compartirlo por competencia.
Ésta última tiene dos ramas. La primera es que pienso que al enseñarle a
alguien más, la demás gente podría
ganarme en algo que se vincule con ese conocimiento; como si yo ofreciera algo
con “buena” voluntad y después pudiera ser contraproducente para mí al ofrecer
un “arma” para que me “ganen” jaja mientras yo quiero ser la primera. La
segunda rama de competencia, es el querer tener sólo yo el “bienestar” que ese ‘conocimiento’
me cause, lo cual, me lleva nuevamente al estado de no desear para los demás lo
que deseo para mí y no querer lo que sea mejor para todos.
Me perdono a
mí misma por haberme permitido y aceptado ser celosa de un conocimiento, no
querer para los demás lo que quiero para mí misma y no dirigirme hacia lo que
es mejor para todos.
En y cuando
me vea a mí misma no querer compartir algún conocimiento, me detengo y me
estabilizo en lo físico con el respiro.
Me doy
cuenta que tengo miedo a que alguien pueda demostrar más habilidad que yo, esto
causado por otro miedo que es mi miedo al sistema donde debemos ser “los
mejores” para sobrevivir y por las ganas de ser especial.
Me doy
cuenta que la competencia, los celos, la envidia, el egoísmo, el querer ser la
primera, la única beneficiada, el querer ser especial, son emociones que aún
tengo y que debo dejar ir porque son contrarios a mi compromiso de vida (no
apoyan a lo que es mejor para todos).
Me comprometo conmigo
misma a detener cualquier emoción (como competencia, egoísmo, envidia) causada
por el recelo al conocimiento que yo pueda saber.
Me comprometo conmigo
misma a parar el miedo a que alguien demuestre más habilidades que yo y frenar
el sentir que pudiera quitarme la oportunidad de sobrevivir, de vivir
cómodamente o “segura” y en vez de esto, tener presente que debo sostenerme
como ejemplo de igualdad y dirigirme bajo ese principio porque así se podrá ir
desapareciendo el sentimiento de competencia y propiciar lo que sea mejor para
todos.
Me comprometo a
compartir las herramientas que me han servido a mí.
Me comprometo conmigo
misma a que cada que se me presente la oportunidad apoye a sacar el talento potencial
de la gente sin miedo, abriendo las puertas para que esto pueda suceder al
dirigirme en cada respiro para saber cómo hacerlo de acuerdo a las
circunstancias.
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